Me resistía a creer en su existencia,
siempre pensé que cualquier parecido con otra sombra conocida era
por mi falta de atención. Pero sucedió, mientras reconocía
perfectamente la sobre que proyectaba otra persona, me dí cuenta que
era la mía, mire a mi alrededor y no encontré mi prolongación,
¿como había osado tomar mi sobra? para proyectarse ante los demás,
ahora solo me quedaba esperar que los demás se dieran cuenta del
engaño y que mi sombra quisiera regresar a mí. Algo me tranquilizó
cuando pensé que era imposible mantener una sombra que no sea la
propia durante mucho tiempo.
Por supuesto pensé que debería haber
reconocido antes a los chupadores, aunque en ocasiones viene
camuflados de silencio y falta de estilo, con una sombra mediocre
pegada a sus talones que solo te toca si estas muy próximo, por esa
razón parecen inofensivo.
Moraleja, cuida muy mucho de que se
alineen con tu sombra, pueden robarla.