11 jun 2012

¡Cucu..tras!

Habían caminado juntos tantos años, realmente, desde que la  naturaleza había empezado a cambiarlos.
 Nunca supieron explícitamente de la existencia del otro y sin embargo eran indisolubles, no podía creer no ser uno, pues no se conocían.
Cuando se miraba al espejo la figura era igual para ambos y ambos decían ese soy yo, pero solo cuando el silencio llenaba su cabeza y su memoria recordaba lo pensado y sentido comprendía que otro yo muy distinto ocupaba el mismo cuerpo.
En su interior una caída libre se producía pero, aún no sentía terror no se conocía.

1 comentario:

  1. Ser sólo uno sin ni siquiera conocerse. Resulta inquietante. La "caída libre" del interior da al texto un toque de vértigo.

    El título me gusta.

    ResponderEliminar

y tú que piensas?